viernes, 7 de diciembre de 2012

Rod Stewart o la ley del mínimo esfuerzo


¿Por qué me habéis dejado sacar un disco de villancicos? ¿No véis que chocheo? ¡¡Oye, tú no eres mi mujer!!


Debo confesar que me había planteado este post como una manera de sacar a pasear el hacha. Un tipo como Rod Stewart, que pasó de ser una estrella de rock mundial a crooner aguardentoso, es un blanco fácil. Más aún cuando su nuevo álbum es, nada más y nada menos, una recopilación de villancicos. Eso sí, le ha dado su toque al disco al titularlo “Merry Christmas, baby”. Que porque haya nacido el Niño Jesús las rubias no han dejado de divertirse más.

Decía que iba con la intención de hacer sangre, pero me voy a contener. No sé si es la cercanía de las Pascuas o el hecho de ver a Rod The Mod llorando cual anciana en la grada de Celtic Park tras la victoria de su equipo, el Celtic de Glasgow, ante el Barcelona en un reciente partido de la Liga de Campeones. El caso es que me voy a ahorrar los calificativos de vendido, ñoño y tal para hablar de la música que nos ha legado y que merece la pena, fundamentalmente la de los inicios de su carrera.

Inicios y primeros éxitos
En primer lugar, hay que decir que Rod Stewart bebió de fuentes que lograron que su música molara: rock, folk, country-blues, soul… En fin, música negra. La afición pasó un poco más tarde a convertirse en profesión y Rod hizo su mili en los 60 en formaciones como el prestigioso The Jeff Beck Group, donde se encontró con Ron Wood, actual guitarrista de los Stones. Con éste recalaría en los Faces a principios de los 70, su década dorada.



En esta época, Stewart alternó discos en solitario con su papel de frontman en los Faces. Fue uno de sus álbumes editados a título individual el que le brindó el verdadero salto a la fama. Every Picture Tells a Story (1971)  contenía dos de sus temas más emblemáticos (Reason to relieve y Maggie May) y consiguió ser número uno tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos.



En cuanto a los Faces, hay que decir que no fueron una banda superventas, aunque hoy en día es, en cierto modo, un grupo de culto. De esa etapa destaca un pedazo de canción como Stay with me, con un Stewart en su salsa: sonido crudo, sucio y una historia de sexo casual. Para quien no haya escuchado nunca a los Faces, baste decir que es música ideal para oír en una taberna irlandesa con un par de cervezas encima. Merecen mucho la pena.



1975-1978: en la cima
La etapa post-Faces marcó una evolución de Stewart hacia un estilo menos rockero, más baladista y, sí amigos, tendente a las versiones. En 1975, Atlantic Crossing incluye un nuevo éxito, Sailing, y covers de Holland-Dozier-Holland (This old Heart of Mine) y los Beatles (Get Back). Un año más tarde, publica Tonight is the night, con su éxito homónimo y la version de The First Cut is The Deepest, de Cat Stevens.

El siguiente álbum, Foot Loose & Fancy Free, mantuvo la línea creativa y de ventas de sus anteriores discos. You’re in my heart, Hot Legs (pedazo de tema cuyo video es la versión blanca, rockera y setentera de los videos de raperos actuales) y I Was Only Joking fueron los singles. Y para rematar el trienio mágico, Blondes have more fun…or do they?, cuyo hit, Da ya think I’m sexy?, avanza lo que va a ser el Stewart de los 80. Por desgracia.


El cambio de década, definitivamente, no sentó nada bien a Stewart. Se perdió en el plano artístico firmando unos cuantos esperpentos del estilo de Young Turks, Some Guys Have All the Luck y, horror, Baby Jane. Esperpentos, ojo, para un tipo del talento y la tradición musical de Stewart, capaz de mucho más.


Stewart, el prejubilado
Y eso es precisamente lo que sienta mal respecto al protagonista de este post: la sensación de que ha optado por la ley del mínimo esfuerzo, por el trabajo puramente alimenticio o de mantener mansiones y pagar pensiones a sus ex y múltiples hijos. De ahí surgen, me temo, sus incursiones en el American Songbook, atacando machete en mano clásicos que estaban muy tranquilos en su forma original, o el reciente cancionero navideño.

Quizá este pequeño atraco Stewartiano que, como El Almendro, nos ha azotado cada navidad durante el último lustro o así, ha hecho reflexionar a Rod. En primavera publicará un nuevo disco con composiciones inéditas, el primero desde 2001. ¿Qué podemos esperar? No se sabe, pero conviene no depositar muchas esperanzas. El abuelo tiene 67 añitos y es de suponer que a estas alturas no se siente en deuda con nadie.




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